Era un buen día de invierno en Buenos Aires y sus amigotes, partidarios y empleados politiqueros no sabían cómo defenderlo. Él, como un bacán, seguía de viaje en Santo Domingo. Su tropa ensayaba chamuyos de todo tipo, color y (sobre todo) olor: que era una causa trucha hecha por adversarios políticos, que los jueces estaban adornados o apretados… ¡día D para “Mauricio”!: y en eso llegó el procesamiento. ¿Jefe de gobierno procesado? Sí, creer o reventar: el “capo di tutti capi” de la Capital Federal estaba en boca de todos y no por su apego a las leyes y la democracia, sino por espiar a través de escuchas ilegales a familiares de víctimas del atentado en la AMIA, e incluso… ¡a su propio cuñado! Pero cómo: ¿no era el PRO un grupo de ciudadanos y “gente bien, de afuera de la política” (¡como si se pudiera estar afuera!), que venían a terminar con todo tipo de embrollos, fatos y paquetes?
Lo que siguió fue raro, muy raro. Insólito de verdad: Macri pidió su propio juicio político. La movida tenía sus razones: confiando en su mayoría parlamentaria, “Mauricio” pensaba zafar de la situación y quizás hasta salvar las papas de cara al 2011. A partir de ahí, comenzó una batalla entre dos propuestas: la activación del juicio cuanto antes, tal como pide el Jefe de Gobierno, o la creación de una comisión investigadora, exigida por la mayoría de los opositores en la Legislatura.
Estamos así en la bizarra situación de tener un Jefe de Gobierno con dos quilombos parecidos, pero distintos. Por un lado, la causa de las escuchas ilegales en la Justicia Federal. Por otro, un eventual juicio político que podría rajarlo de la Jefatura.
Más allá de donde termine todo este embrollo, estas versiones “maquilladas” de la vieja derecha argentina van a seguir apareciendo, y Macri es sólo un botón (¡un botonazo!) de muestra. Por eso es necesario que los sectores populares de la Ciudad y el país, los laburantes, los jóvenes, los sin techo, los oprimidos, avancemos en nuestros espacios de encuentro y organización. En este sentido, que las organizaciones populares vayamos tejiendo lazos para resistir es siempre urgente. Y es por eso, que, entre otras movidas, participamos recientemente del “Frazadazo” que se realizó en reclamo de la creación de políticas que solucionen el problema de la vivienda en Buenos Aires, donde “Mauri” vetó una ley de emergencia habitacional que podría haber sido un primer paso para ir intentando una respuesta a este problema dramático, a la vez que frenaría los desalojos que son cada vez más frecuentes.
Para nosotros no son solamente las escuchas ilegales las que nos ponen en la vereda de enfrente de Macri. Nuestros problemas fundamentales son también el vaciamiento del presupuesto educativo y de salud, la inexistencia de un plan de viviendas populares y la creciente persecución a los pobres y a quienes nos organizamos para protestar contra este tipo de situaciones.
Pasan los años y pasan los gobernantes: quedan los problemas de siempre, y aparecen otros nuevitos. Pero también quedamos los que resistimos, los que nos organizamos y damos la pelea. Que cada vez seamos más, y cada vez estemos más unidos y creativos, es el desafío de los tiempos que vienen.
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