“Un poco más avanzado que el caos, tal vez en el primero o segundo día de la creación, tengo un mundo de ideas que chocan, se entrecruzan y, a veces, se organizan”.
Ernesto Guevara, carta a Charles Bettelheim, 1964
Lo que nos proponemos es un grupo de estudio, no un curso ni un seminario, por lo que no tiene un cronograma prefijado, ni docentes que lo dicten. La idea es juntarnos y a medida que avanzamos en las lecturas y las discusiones ir buscando los textos que más nos interesen.
Nos proponemos recorrer el pensamiento de los principales marxistas latinoamericanos, muchos de los cuales tuvieron una influencia en el pensamiento del Che, como el argentino Aníbal Ponce, el peruano José Carlos Mariátegui y el cubano Julio Antonio Mella.
Seleccionamos como texto disparador del debate para el primer encuentro “El marxismo como pedagogía de la pregunta”, presentación de Néstor Kohan a un Seminario realizado en una escuela del Movimiento Sin Tierra (MST) de Brasil, en enero de 2005. A continuación extractamos una parte del texto, que apunta a consideraciones metodológicas, pedagógicas y epistemológicas; o más simple el "porque y el como" de encarar el estudio de la producción marxista crítica latinoamericana.
¿Marxismo sin historia?
En su mayoría, esas propuestas de divulgación marxista responden al modelo cultural y pedagógico consolidado en la Unión Soviética durante los años ’30 (aún cuando en algunas de ellas se cuestiona discursivamente al stalinismo). Al hacer completa abstracción de las coordenadas históricas del lector o la lectora, nunca se parte de la sociedad en que se vive y que se pretende cambiar. El sujeto que lee y estudia y el objeto a estudiar no están vinculados entre sí. Están escindidos y radicalmente separados. No hay interacción alguna entre sujeto y objeto, no hay dialéctica. Hay un divorcio absoluto entre lo que se lee y lo que se vive en la vida cotidiana. (…)
No es casual que en el contenido de todos esos manuales no se encuentre referencia alguna a la historia de América Latina. (…)
En la bibliografía de esos manuales tampoco pueden hallarse textos producidos por revolucionarios y marxistas latinoamericanos. ¿No existen? ¿Nadie produjo en nuestras tierras algo que valga la pena ser leído? ¿Nadie pensó algo digno de estudiarse?
En esos manuales sólo se hace referencia a la historia europea, aparentemente la única que posee “dignidad” para convertirse en objeto de estudio teórico. Únicamente se leen o se citan a sus “clásicos”… (…)
Por todo esto, cuando decidimos encarar esta tarea de formación política, nos resultó imprescindible tratar de abordar el desafío desde otro ángulo.
No somos autosuficientes. No pretendemos descubrir (por enésima vez) la pólvora. Como ya señalamos, antes que nosotros, varias generaciones han reflexionado sobre sus experiencias y las han sedimentado en determinados saberes teóricos colectivos, entre los cuales el pensamiento marxista constituye uno de los fundamentales. El mismo Che Guevara señala que “hay una cuestión que tenemos que entender, nosotros no podemos ser hijos de la práctica absoluta, hay una teoría; que nosotros tengamos algunas fallas, algunos motivos de discusión de algunos aspectos de la teoría, bueno, pues perfecto, para poder hacer eso hay que conocer aunque sea un poquito de teoría, ahora inventar la teoría totalmente a base de la acción; solamente eso, es un disparate, con eso no se llega a nada y hay una teoría elaborada por gente que han tenido una capacidad realmente asombrosa, porque la capacidad que tuvo Marx para desentrañar las relaciones de producción es algo realmente admirable, casi inconcebible en aquella época; y la capacidad de Lenin para sistematizar todo eso, para llevarlo a la práctica, es algo también de una altura enorme”.
A partir de esa reflexión del Che y, sobre todo, a partir de nuestra propia reflexión y nuestra propia experiencia de formación política, las nuevas generaciones seguimos considerando útil y necesario formarnos en esta tradición de pensamiento revolucionario. Pero ya es hora de ir abandonando el pesado lastre del dogmatismo y el eurocentrismo, ambos cristalizados en los viejos manuales.
Creemos, por ello mismo, que Carlos Marx, Ernesto Che Guevara y Paulo Freire pueden y deben darse hoy la mano, en América Latina y en el mundo. Para que el marxismo sea una herramienta eficaz en la lucha contra el sistema capitalista, en lugar de un peso muerto que hay que cargar en la espalda por temor a la ortodoxia. Para que nos permita pensar la sociedad latinoamericana y su dolorosa historia, en lugar de ocultarla y negarla con argumentos supuestamente “progresistas”. Para que nos facilite la tarea, en lugar de obstaculizarla. Para que nos permita comprender la necesidad de unir al campo revolucionario anticapitalista y antimperialista, en lugar de generar divisiones artificiales, narcisistas, estériles e incomprensibles. Para que nos ayude a radicalizarnos cada vez más, en lugar de moderarnos y hacernos paulatinamente más “realistas” e institucionales. Para que nos permita hacer observables nuestras falencias y debilidades colectivas, en lugar de cegarnos y volvernos cada vez más sordos. En suma, para que nos invite a formular nuevas preguntas, en lugar de clausurar los debates.
Primer Encuentro: jueves 9 de noviembre a las 19 hs. en el SUBSUELO (frente al aula boquitas)
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