El
pasado martes 28 de junio, la Presidenta de la Nación, Cristina Fernández de
Kirchner anunció el traslado del Instituto de Detención de la Capital Federal
(Unidad 2), mejor conocida como la Cárcel de Villa Devoto. La noticia se dio a
conocer en el marco del “proceso de modernización del sistema carcelario”, con
la intención de construir un nuevo Penal en la ciudad de Mercedes, a 100 Km de Capital Federal.
Según las palabras de la Presidenta, “tendrá celdas individuales y no esos
horribles pabellones de presos comunes”, buscando mejorar el nivel de vida de
los detenidos.
Contrariamente,
consideramos que el traslado de la Cárcel de Devoto ocasionará demasiados
efectos negativos que recaerán no sólo sobre la población carcelaria si no
también afectarán a toda la sociedad.
En
primer lugar, trasladar el penal a una considerable distancia alejaría a los
internos de sus familias, de sus abogados, de todas las visitas que reciben en
general. También los distanciaría de las organizaciones sociales y los
organismos estatales que tienen trabajo en cárceles, sea velando por la
seguridad de los recluidos o contribuyendo a su integración social.
Las
personas privadas de su libertad provienen casi exclusivamente de los sectores
más pobres de la población – el sistema
penal no pretende alcanzar a las personas con recursos – y para sus familiares
sería un gasto imposible visitarlos con regularidad. Lo mismo les sucedería a
los abogados, siempre oficiales, que deben ejercer y garantizar la defensa de
los recluidos.
Al
quedar alejado de la Ciudad y en el
medio de una zona rural, los controles se reducirían al mínimo. Los organismos
del Estado destinados a controlar las condiciones en que son privadas las
personas de su libertad, como la Procuración Penitenciaria, verían seriamente
dificultado su trabajo. Las denuncias, los escritos, los habeas corpus, todos
los mecanismos a través de los cuales los internos pueden protegerse de las
sistemáticas violaciones a sus derechos a las que se los somete hoy en día en
las cárceles argentinas, encontrarían un infranqueable impedimento para salir a
la luz.
Se daría
la misma situación que en Marcos Paz, paradigma de la violación de los Derechos
Humanos, donde se mantiene a las personas privadas de su libertad encerradas 23
horas diarias, las torturas son sistemáticas y las muertes y los suicidios,
recurrentes. Según un informe de la Procuración Penitenciaria de la Nación, en
el Penal de Ezeiza (CPF I) el número de denuncias o consultas por conflictos,
violencia y malos tratos es de 319, en el Penal de Marcos Paz (CPF II) la
cantidad es de 165. Mientras que en la Cárcel de Devoto el número de las
denuncias o consultas por malos tratos, violencia y conflictos es de 84.
Marginar
aún más al marginado aislándolo de su familia, de sus abogados, de organismos
del Estado e instituciones civiles que desarrollan actividades en cárceles
conduce únicamente al aislamiento, la desolación y la exclusión. ¿Como va a integrarse socialmente quien se
ve excluido de la sociedad, si encima se lo priva de todos sus posibles
contactos con el exterior?
Por otro
lado, el Penal de Devoto es el único lugar en el mundo en el cual existe una
sede de una Universidad pública y gratuita en la que se dictan clases
presenciales dentro de una cárcel de máxima seguridad. A través del
Programa UBAXXII, que ya lleva más de 25
años de funcionamiento ininterrumpido, el Centro Universitario Devoto
materializa el derecho a la educación que también tienen las personas privadas
de su libertad. Si se decide cerrar este penal, ¿qué pasará con la educación que se da en el mismo? La educación
hace a la condición de la persona, es un derecho inviolable a todo ser humano.
La Universidad funciona en el penal como un
espacio de libertad que devuelve la dignidad a las personas recluidas y también
provee la esperanza de poder insertarse en una sociedad que siempre les dio la
espalda. Con la marca en la mejilla que significa portar un antecedente penal,
los estudios universitarios se convierten en una de las pocas posibilidades de
conseguir medios de subsistencia y así
poder abandonar el delito. Es un rayo de luz entre tanta oscuridad.
Si pensamos en seguridad, el porcentaje de reincidentes
entre los que pasaron por el Centro Universitario es del 3% contra casi el 50%
entre quienes no tuvieron acceso a esta experiencia. Mientras la cárcel
común reproduce el delito e incrementa la inseguridad, el Centro Universitario
Devoto hace exactamente lo contrario. El C.U.D. funciona debido a la
accesibilidad de la cárcel; en Mercedes de ninguna manera se podría garantizar
la regularidad de los docentes, la diversidad de cursos ni la continuidad de
las clases presenciales, tal como sucede en Marcos Paz y Ezeiza.
Por otra
parte, el barrio de Devoto es uno de los más valorados en Capital Federal, sin
embargo la presencia de la cárcel disminuye la cotización de las propiedades. Seguramente,
el traslado del penal sea un gran
negocio inmobiliario, pero vemos que de ninguna manera puede contribuir a la
seguridad de la gente, y mucho menos a la de la comunidad penitenciaria.
El traslado de la Cárcel de Devoto a Mercedes no es otra cosa que continuar ocultando e
invisibilizando las verdaderas problemáticas en torno a la inseguridad. Es
esconder bajo la alfombra los problemas, dar la sensación y la tranquilidad a
los vecinos de que se está combatiendo la inseguridad. Sin embargo, sin
políticas reales que busquen acabar con la marginación y la exclusión el
problema nunca se va a acabar.
En lugar
de sumar un nuevo Penal, es conveniente invertir en políticas inclusivas, tanto
en los barrios más marginados como así también en las cárceles existentes.
Estimular y facilitar la educación de los internos, su contacto con el
exterior, como también, ofrecerles reales posibilidades de reinserción, trabajo
y contención, contribuiría a reducir la famosa inseguridad. Condenar personas a
la exclusión social; cosificar seres humanos quitándoles su condición de
sujeto, convirtiéndolos en una cosa (reo: res: cosa) que se guarda donde menos
moleste; avalar los abusos sistemáticos de los Servicios Penitenciarios que
reproducen y magnifican la violencia y generan resentimiento en los internos,
sólo puede generar más y más inseguridad.
Quienes
venimos enfrentando la profundización de las políticas de marginación y
exclusión hacia las personas en situación de encierro que lleva adelante el
Gobierno Nacional, disfrazando medidas claramente regresivas como supuestos
avances en el respeto a los Derechos Humanos, no podemos sino oponernos al
cierre de la Cárcel de Villa Devoto.
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