Click
aquí para la versión GoogleDocs
Editorial
Comienza a llegar a su fin un año en el que, sin lugar a dudas, hemos sido testigos y protagonistas de un importante despliegue de la participación política en un sentido amplio del término, no sólo expresado en el creciente grado de movilización social y en el protagonismo adquirido por las organizaciones político-sociales, sindicatos y demás expresiones del campo popular; sino también en los mayores niveles de participación e involucramiento del pueblo en general, y de los jóvenes en particular. En este sentido, el 2010 ha sido un año en que se ha demostrado que la juventud se está organizando cada vez con mayores niveles de convicción, que quiere liderar la transformación, que no tiene pensando conformarse con lo dado tal cual está. Pero sobre todas las cosas, nos recuerda que cualquier intento por transformar y mejorar el país, el continente y, por qué no, el mundo en el que vivimos, deberá contar necesariamente con la participación de las juventudes y sus bríos renovadores.
El
Frente La Juntada que venimos construyendo hace ya casi 3 años, es una de las expresiones generacionales de vocación de cambio y participación a la que nos referíamos anteriormente. Las
cinco agrupaciones que conformamos el mismo, nos sentimos hermanadas, más allá de las diferencias y particularidades que nos definen como tales, por similares caracterizaciones en cuanto a la necesidad de transformar la cultura política desde la izquierda, poniendo en cuestión formas y lógicas de construcción que consideramos equivocadas y regresivas a la hora de pensar un verdadero proceso transformador acorde a los nuevos vientos que corren en todo nuestro continente. Con esa perspectiva consideramos necesario reconstruir un movimiento estudiantil que esté a la altura de los procesos que se están llevando actualmente, y que sea capaz de intervenir en la coyuntura desde su propia particularidad, como históricamente lo ha sabido hacer en países como el nuestro.
Por eso mismo, nos damos la tarea de discutir y difundir materiales que sirvan como disparador de debates hacia dentro de nuestra facultad, entendiendo que es de vital importancia el crecimiento de la participación pero también la formación y la práctica reflexiva entre los estudiantes de Filosofía y Letras. Sabemos que el debate ni comienza ni se termina únicamente en el material que pueda publicar una fuerza o un frente, pero sí lo entendemos como un aporte fundamental en un cuatrimestre signado por la victoria de un conflicto que tuvo como protagonistas a los estudiantes organizados, y en el marco de una coyuntura nacional que atraviesa con más fuerza que otros años la vida política de nuestra facultad y de la UBA en general.
Coyuntura Nacional
La muerte de Néstor Kirchner y la masiva respuesta popular que se generó en consecuencia, ha expresado, entre otras cosas, las expectativas generadas en grandes sectores de la población en torno a la toma por parte del Gobierno Nacional de ciertas medidas que podríamos caracterizar como progresivas, como la nueva ley de medios, la estatización de las AFJP, la asignación universal por hijo, el fortalecimiento de la unidad latinoamericana y el fin de las leyes de la impunidad para los genocidas de ayer. Evidentemente, se han instalado temas en la agenda mediática y en la cotidianeidad de la gente, que hubieran sido impensables previamente a la rebelión del 2001 y al advenimiento del Kirchnnerismo “restaurador” de la paz social y de los índices económicos.
Una dolorosa e indignante señal de alarma se encendía tan sólo una semana antes de este episodio: una patota sindical de la Unión Ferroviaria, comandada por José Pedraza, asesinaba al compañero Mariano Ferreyra. Los sectores mas nefastos en los que el gobierno se ha apoyado y se apoya, disparaban a matar no solamente contra una protesta de tercerizados y sus manifestantes, sino contra todos los sectores de trabajadores, estudiantes, desocupados, que venimos dando batalla para conquistar históricas reivindicaciones populares, y acumulando fuerzas para redoblar la apuesta de transformación en nuestro país. Este crimen expresa los límites de una construcción pretendidamente progresista pero erigida sobre pilares de lo más nefasto de la política nacional. No basta que el Estado “evite” impulsar directamente una escalada represiva abierta ante el conflicto social, en tanto y en cuanto, se siga amparando en sectores reaccionarios como la burocracia sindical, ama y señora de la vida de muchos trabajadores, o toda la cohorte de barones punteriles del conurbano y los métodos asesinos de los mismos.
Por otro lado, el fallecimiento del ex Presidente ha despertado la incertidumbre acerca del rumbo del aparato Pejotista ante la desaparición de quién funcionaba como articulador y equilibrador de las fuertes tensiones desarrolladas dentro del mismo. ¿Pactarán entre los distintos grupos alrededor de la figura de la actual presidenta y sus grandes posibilidades de ganar en el 2011, o se abrirá una pelea feroz por la sucesión que podría implicar una radicalización del gobierno de Cristina? Respetamos la genuina esperanza que muchos compañeros depositan en esta segunda posibilidad. Pero, si bien la muerte de Néstor Kirchner ha demostrado que el apoyo popular, y sobre todo de sectores de la juventud, existe, para “bancar” ciertos avances que impliquen una profundización en un rumbo mas jugado con los intereses populares, como otros gobiernos de la región lo vienen haciendo, los “progres k”, no solo son minoría dentro del kirchnerismo, sino que en este terrible episodio han cerrado filas con los poderosos y retrógrados volviendo a mostrar que no existe tal cosa como “la pelea desde adentro” que (cada vez menos) relatan. El “Proyecto Nacional” estará siempre entrecruzado con la asociación a grupos monopólicos locales y extranjeros, la continuidad del saqueo de nuestros bienes naturales, la masiva precarización de los trabajadores y la persistencia de una distribución de la riqueza cada vez más desigual, el apoyo a la burocracia sindical y a mucho de lo peor de la “vieja política”. Ya hemos transitado por diversas experiencias históricas en nuestro país como para poder sostener que la voluntad política de los de arriba no suele condecirse muy seguido con la de los de abajo.
Por eso mismo pensamos que, independientemente de cómo se resuelvan los contrapesos de poder al interior del actual Gobierno Nacional, de aquí al 2011 es imprescindible fortalecer la construcción de base y la referencia política de la izquierda independiente. Esto es, de una izquierda enraizada en las construcciones de base, con vocación de unidad y articulación amplia con otros sectores del campo popular. Una izquierda nueva que sea capaz de escapar a la ridícula igualación entre Macri y Kirchner sin comprometer su independencia política; una izquierda que no se abraze con la Sociedad Rural, Mirtha Legrand, Clarín o Lilita Carrió para demostrar, paradójicamente, qué tan opositora y de izquierda es. Necesitamos construir algo distinto a una
Izquierda Gorila, que no titubee si de enfrentar a la derecha se trata.
En este sentido, creemos que no se trata de poner el énfasis en la falsa dicotomía Kirchnerismo o Antikirchnerismo (como si todos los malos estuvieran de un lado y todos los buenos del otro), sino de identificar cuáles son los enemigos concretos y construir el poder suficiente para avanzar, en conjunto con todos aquellos sectores del campo popular, con una genuina vocación de transformación, sin peder la autonomía política y la posibilidad de acumular poder desde las bases, pero sin convertirse en una secta completamente al margen de los conflictos puntuales que atraviesan nuestra sociedad, y las grandes disputas en las que también se juegan, muchas veces, los intereses populares.
Pero sobre todo para nosotros, los estudiantes universitarios, el gran dato del año es la visibilidad política adquirida por el movimiento estudiantil y la juventud en general, que tuvo como expresiones mas recientes al célebre estudiantazo y su puesta en jaque del gobierno de Macri, pero que viene manifestándose en distintos ámbitos, como por ejemplo el sindical, a partir del surgimiento de nuevos sindicatos críticos de la vieja burocracia. En este marco, la tarea de construir una herramienta política autónoma, contra-hegemónica y popular, recae de forma indelegable sobre nosotros. Son los desafíos de nuestra generación poder abandonar las recetas mágicas, los programas “de avanzada” de “vanguardias” autoproclamadas y alejadas de nuestro pueblo. Construir una alternativa política nueva, con vocación de masas, desde abajo y a la izquierda: Ése es el gran desafío al que buscamos contribuir desde La Juntada.
El Estudiantazo
La juventud en rebeldía
En el último año la realidad política y social del país se vio sacudida por la irrupción de la juventud en la arena pública. Diversos hechos fueron trazando el derrotero político en estos últimos tiempos, siendo los jóvenes protagonistas directos y centrales, o teniendo al menos un rol destacado en casi todos ellos. El fenómeno central que da cuenta de esta irrupción política es el estudiantazo, la rebelión estudiantil encabezada por los estudiantes secundarios que sacudió al gobierno de Macri y luego cundió por distintos ámbitos educativos de distantes rincones del país. Este es un proceso que puede rastrearse desde el 2008, cobrando un nuevo impulso a principios de este año en el ámbito de los colegios secundarios de capital. En algunos colegios como el Mariano Acosta, el Julio Cortázar o el Normal 1, comenzó a organizarse la lucha. Luego estalló con las tomas de los establecimientos, que se extendieron en decenas de colegios que por reclamos propios o por solidaridad se plegaron, constituyendo un movimiento fuerte y activo. A estas luchas le siguieron las tomas de Sociales y Filo en la UBA, el IUNA (que sigue hasta hoy tomado), la EMPA, y los terciarios como el Joaquín V González y el Mariano Acosta. Finalmente se extendió más allá del conurbano y la capital, a la provincia de Córdoba, donde la toma de Humanidades se extendió por cuarenta días. Las razones de las múltiples luchas sobraban. Sobresalían las demandas edilicias: el hacinamiento, los techos que se caen, la falta de gas, etc, que por desgracia están incorporados en las geografías del ámbito educativo. También en los reclamos se hizo presente la validez de los títulos y el contenido de los planes de estudio, las becas inexistentes o insuficientes, y el rechazo a la represión y la criminalización de la protesta. Este cuadro de situación muestra cómo con políticas variadas, que van desde la privatización, el mayor financiamiento a la educación privada y el abandono de lo público como impulsa Macri; hasta el ahogo presupuestario y la generación de recursos propios y la aceptación de recursos de las empresas (La Alumbrera por ejemplo), para poner lo público sin privatizar al servicio del capital, como hace el gobierno nacional y otros gobiernos provinciales, se asedia en forma constante a la educación pública. Al mismo tiempo se evidencia que somos los jóvenes los que nos ponemos a la cabeza de la lucha en su defensa, por su autonomía y su carácter laico, gratuito, y de calidad.
Esta rebelión al mismo tiempo que golpeó con todo al macrismo y copó la plaza de Mayo en una movilización histórica, le dio un impulso enorme al movimiento estudiantil que demostró estar de pie y más vivo que nunca, consiguiendo una buena parte de las demandas que levantaba, representando el triunfo más importante desde la vuelta de la democracia. Esto fue posible por la extensa participación que existió desde las bases, con una organización importante que favoreció la discusión y la toma de decisiones en asambleas, y una articulación de las luchas que en muchos casos fue efectiva, al mismo tiempo que se pudo lograr en algunos casos el apoyo de profesores, de las autoridades y los padres. Otro de los factores clave fueron los variados planes de lucha que se implementaron, agotando todas las instancias de diálogo con las autoridades primero, luego desplegando en forma creativa y furibunda una amplia gama de métodos: tomas, cortes, marchas, intervenciones artísticas en las calles. Siempre priorizando la discusión colectiva, y la coordinación mandatada desde las bases. Por último, fue crucial también la disputa mediática. Los pibes salieron con todo a frenar la campaña de los medios contra la lucha, disputando cara a cara con los personeros de los oligopolios mediáticos y ganaron la batalla por la opinión pública, que se terminó inclinando en favor del estudiantazo.
Seguramente falta mucho para construir un movimiento estudiantil masivo como el que deseamos y necesitamos en la lucha por la liberación del país y el continente, pero en esta experiencia hemos aprendido mucho de nuestras luchas y sobre todo del ejemplo que dieron los más jóvenes entre los jóvenes. Esta nueva generación que sale a la calle a pelear por la educación, sin miedos ni titubeos, se crió entre las barricadas, las marchas, los cacerolazos y los piquetes que sacudieron el país durante el 2001. Estos pibes le muestran a la sociedad entera que esa llama de rebeldía esta viva y volvió arder por un momento como en aquellos días, que no hay que resignarse ni conformarse, que otra sociedad es posible, y que el único camino para cambiarla es la lucha, la organización y la independencia política.
Filo también protagonizó el estudiantazo… fueron 31 días de toma con un reclamo claro y concreto:
un edificio para todos y todas que no tenga espacios arancelados, que esté conectado en todos sus pisos y que tenga jardín maternal y comedor universitario; para esto fue fundamental el trabajo realizado desde el 2008 por la comisión por el presupuesto que generó los insumos necesarios para dar una disputa en mejores condiciones, un pre proyecto de edificio que hizo dejar en evidencia las intenciones de la gestión de priorizar los espacios arancelados. Los 31 días de lucha estuvieron marcados por asambleas multitudinarias, clases publicas y auto gestionadas por los mismos estudiantes, comisiones como la de mercantilización, LES-coneau y autogestión del conocimiento. En definitiva, mucho trabajo de base y participación activa para finalmente lograr que se firme una resolución de consejo directivo, en una sesión masiva en la 218, donde se contemplaban los reclamos estudiantiles.
Sobre el proceso y como parte de el, desde
La Juntada caracterizamos que la lucha que estamos afrontando es de largo aliento y que en la etapa en la que estábamos era necesario un golpe rápido y efectivo. Las maniobras de la gestión y algunas decisiones tácticas poco resolutivas promovidas por ciertos sectores dilataron el camino hacia una sesión en donde estar cara a cara con la gestión (no con sus títeres sino con el mismo titiritero). No obstante, pudimos hacerles sentir el peso de una correlación de fuerzas favorable y obligarlos a ceder. También vimos con cierta preocupación que el reclamo por momentos tomó un tinte estudiantilista, arriesgándose a excluir al resto de los claustros. Nosotros reafirmamos que
si la Universidad la vamos cambiar entre todos los actores que estamos en ella, distanciarnos del resto de los claustros puede ser una tendencia peligrosa.
Por último, los 31 días también pusieron sobre el tapete la crisis de un modelo de centro de estudiantes basado en el consignismo vacío y la auto-representación. Muestra de esto fue que la conducción del CEFYL quedó marginada de la coordinación de las asambleas desde la primer semana, así como también la falsa dicotomía que se genero entre centro de estudiantes -CEFYL- y asamblea. Sin ir más lejos, las comisiones que se formaron y que hoy siguen funcionando se identifican como comisiones de la asamblea, pero no del centro. Cuando el centro de estudiantes es sólo identificado por los espacios de gestión (fotocopiadora y bar) o cuando la identidad del mismo es la de la agrupación u organización que lo conduce, la funcionalidad gremial queda olvidada. Por eso es necesario generar una identidad de centro que permita contener al activismo como militantes del CEFYL que, sin ser parte de la conducción, se organizan en su gremio. Y esto sólo podremos lograrlo con la democratizando del Centro. Debemos conformar un cuerpo de delegados que permita llevar los debates a todos los cursos y fomente un espacio de mayor participación, fortalecer las comisiones y todas las iniciativas que puedan permitir abrir las puertas a que un mayor numero de estudiantes se sientan parte de algo que hoy parece estar escindido de la mayoría.
La no auto-representación es el eje de nuestro quehacer cotidiano como consejeros estudiantiles en este primer año en el Consejo Directivo. Ejemplo de esto fueron las reuniones abiertas que impulsamos periódicamente con los consejeros. Sabemos que la lucha en este ámbito va a ser desigual hasta que logremos democratizar los órganos de cogobierno. Sin embargo, vemos la necesidad de no negarlo como instancia porque es ahí donde se terminan definiendo los reclamos. Como se demostró en nuestra última lucha, con la movilización estudiantil y generando una correlación de fuerzas favorable podemos conseguir grandes cosas. Durante este año como consejeros logramos avanzar en varios aspectos que implican empezar a democratizar el conocimiento. Así,
los proyectos que presentamos y fueron aprobados como la limitación de bibliografía en idioma extranjero, la grabación obligatoria de todos los teóricos, la posibilidad de todas las carreras de hacer las prácticas y observaciones de Didáctica en bachilleratos populares u otras experiencias no formales, la equivalencia de idiomas y la elección de directores de carrera en época de clases son pasos que nos permiten empezar a construir una Universidad diferente, una Universidad laica, gratuita, científica y al servicio del pueblo.
Que la Universidad se pinte de pueblo
La situación política al interior de la UBA ha sufrido varios cambios -al menos a nivel claustro estudiantil- en el último tiempo. La izquierda recuperó la conducción de dos centros más de las manos del pan-radicalismo que gobierna la universidad. El triunfo en Farmacia y Bioquímica y en Medicina significan un claro avance de la izquierda, avance que ya se había visto expresado en el triunfo en las elecciones de nuestra federación: por primera vez, las agrupaciones que conformamos
La Juntada accedimos a la co-presidencia de la FUBA, con la intención de comenzar a transitar el largo camino de refundación de nuestras herramientas gremiales también a nivel regional.
En sintonía con ese objetivo, desde la nueva conducción de la FUBA impulsamos distintas iniciativas como la Feria de Productos Autogestivos y la primera edición de la Cátedra Libre Nuestra América. Estas dos, bastante representativas de lo que pensamos debe ser una herramienta gremial: creemos que debe articular con los movimientos sociales más allá de la asistencia a una marcha o el aporte a un fondo de lucha;
la herramienta gremial que nosotros queremos apunta a articular realmente con estos sectores, ya que vemos la transformación de la universidad como tarea del conjunto del campo popular. También pensamos que nuestras herramientas gremiales (ya sean los centros o la federación) deben darse una política seria en torno a la producción de conocimiento, cuestión que desde
La Juntada pensamos que va en paralelo a las luchas de índole gremial.
La construcción de un movimiento estudiantil fuerte y capaz de influir en la coyuntura política general no puede darse sólo mediante el luchismo agotador y acrítico que a veces naturalizamos en la UBA. Debemos luchar, pero debemos reflexionar sobre nuestras luchas y, sobre todo, debemos apuntar a dar la disputa sobre el sentido, sobre el rol de la universidad: qué conocimiento se produce, quiénes lo producen y para quién. Es necesario construir contrahegemonía en el campo de la producción de conocimiento y hacerlo de forma colectiva.
Sin embargo, no debemos olvidar que el fin del año pasado y el inicio de este 2010 nos encontraron otra vez enfrentando la elección de forma ilegítima de nuestro rector, pero otra vez sin una alternativa que oponerle. Desde
La Juntada insistimos siempre en la necesidad de construir procesos de lucha: que el conflicto no sea la asamblea, la marcha, la toma o la concentración. Éstas son medidas muchas veces necesarias pero nunca suficientes por sí mismas.
Es fundamental construir los procesos de lucha, debatir colectivamente en pos de llenar de contenido nuestras reivindicaciones y sobre todo darnos un trabajo serio de cara a la construcción de dichos reclamos. Un proceso victorioso es aquél que surge desde las bases y con participación masiva de todos nosotros; es aquél que deja de lado las mezquindades que a veces naturalizamos para proponer un debate abierto y franco con el conjunto de la comunidad educativa y, finalmente, es victorioso en la medida en que nos tracemos una estrategia clara para conseguir lo que queremos. En este sentido, cabe destacar los procesos que se dieron en Exactas y Sociales.
Creemos importante recuperar las experiencias de estas otras dos facultades porque creemos que podemos aprender de ellas.
En Exactas se le dijo no a la acreditación de las carreras de grado a la CONEAU. Pero como lo fundamental es el proceso, lo enriquecedor es ver cómo se llegó a eso. El decano Aliaga le tuvo que bajar el pulgar a su propia propuesta en un Consejo Directivo sesionando en el aula magna, no debido a un brusco cambio de parecer por su parte, sino a la presión generada por un proceso de discusión colectivo entre docentes y estudiantes sobre las implicancias de acreditar sus carreras a un organismo mercantilizador como es la CoNEAU. Ese es el tipo de proceso de lucha que desde La Juntada reivindicamos, un proceso de lucha que no privilegia la medida por la medida misma, sino el trabajo, el debate y la movilización como corolario de un proceso previo.
El caso de Sociales es paradigmático en tanto versa sobre la cuestión edilicia, un tema en boga para todos aquellos que estudiamos o trabajamos en la UBA y en tanto implica un andar que ya lleva casi 14 años. El camino recorrido incluye la toma de la facultad, del rectorado y del Ministerio de Educación. Atraviesa varios decanos, rectores y conducciones del centro de estudiantes y de la federación. Y lo que nos deja como saldo es la importancia de la organización y la movilización del movimiento estudiantil; la construcción -aún en proceso- de un nuevo modelo de centro de estudiantes, de un centro organizado y participativo, con un cuerpo de delegados y una
identidad propia que excede a las organizaciones que lo conducen fue lo que permitió, entre otras cosas, que el movimiento estudiantil del CECSo sea más masivo que nunca. Y como la fuerza del movimiento viene dada por la aplastante mayoría que nuestro claustro tiene en la universidad, fueron estos factores también los que condujeron a la victoria.
De todo este camino andado creemos necesario extraer algunas conclusiones y tareas para la etapa que debemos afrontar como movimiento. Ya lo hemos dicho:
la mejor forma de luchar es proponiendo, y es en ese sentido que consideramos fundamental profundizar las discusiones sobre el modelo de universidad vigente y aquél que hoy se nos impone como necesario. Los debates en torno a la Ley de Educación Superior, la acreditación a la CONEAU y la democratización de nuestros órganos de cogobierno son debates que se vienen y sobre los que nosotros como estudiantes debemos posicionarnos. La cuestión de la democratización, tal como lo decíamos a principio de año, es un tema central debido a que el resto de nuestras reivindicaciones (el tema presupuestario acá es un ejemplo claro) tienen su raíz en lo antidemocrático del cogobierno universitario que a su vez se encuentra reglado así por la Ley de Educación Superior vigente.
Pero la democratización, a nuestro entender, excede al cogobierno;
debemos apuntar también a la democratización del conocimiento en pos de repensar y redefinir el rol que como futuros intelectuales críticos queremos asumir en el seno de nuestra sociedad. Repensarnos, en última instancia, como sujetos universitarios y rediscutir y actualizar el contexto sociopolítico en el que estamos inmersos. Los procesos de reforma de los planes de estudio abiertos en muchas carreras de nuestra facultad adquieren, de esta forma, una importancia crucial.
Para incidir realmente en estos procesos creemos urgente refundar nuestro centro de estudiantes. Queremos un CEFyL con una identidad propia, un CEFyL participativo, organizado desde abajo, desde las bases, desde los cursos... un CEFyL que no separe lo gremial de lo académico, que son dos caras de una misma pelea: transformar nuestra universidad aportando así al cambio social. Queremos un nuevo centro, una nueva federación, un nuevo modelo de herramienta gremial que apunte realmente y con seriedad a la construcción de otro modelo de universidad con todos los claustros y con el conjunto del campo popular. Un centro que apunte a que la universidad, en palabras del Che, “se pinte de negro, que se pinte de mulato; que se pinte de obrero y de campesino, que la universidad se pinte de pueblo”.
Intento de golpe en Ecuador y elecciones en Venezuela
Construyendo poder popular por la unidad de Nuestra América.
A lo largo de la década que está terminando, la unidad entre los pueblos de nuestra América creció a lo largo y ancho de estas tierras. La derrota de los planes imperiales del ALCA de Bush fue contundente y el modelo de las “relaciones carnales” y de los tratados bilaterales de libre comercio quedó reducido a una minoría de gobiernos retrógrados entre los que se encuentran los de Perú, Colombia, México o Chile. La conformación de la UNASUR, el surgimiento del ALBA o la continuidad del Mercosur son la expresión al nivel político más superestructural de una amalgama que se está construyendo también por abajo. Los distintos pueblos de nuestro continente estamos cruzados por múltiples vasos comunicantes, a veces visibles y a veces no, por los que transcurren un mismo sufrimiento y una misma esperanza de libertad. Es así como el siglo arrancó con una seguidilla de rebeliones populares que a veces incluso compartieron hasta las mismas consignas y sujetos sociales, reivindicaciones similares y que fueron dando lugar a procesos de lucha y transformación de la realidad que se identifican entre sí y se reconocen hermanos. Indígenas, desocupados, campesinos sin tierra, trabajadores, estudiantes, mujeres, todos y todas estamos aprendiendo a situarnos en el sufrimiento y la energía de lucha de Nuestra América, en la tradición de más de 500 años de resistencia y de enfrentamiento a la opresión.
La derecha en un primer momento fue puesta fuera de juego por la movilización popular, pero al pasar los años, sostenida y financiada por los Estados Unidos, decidió recuperar los privilegios que considera suyos desde siempre. El establecimiento de las nuevas bases yanquis en Colombia, el golpe en Honduras y la reactivación de la cuarta flota norteamericana, entre otras medidas, son la prueba evidente de las intenciones de las clases dominantes aliadas al imperialismo.
El fracasado intento de golpe de Estado en Ecuador, felizmente enfrentado por la movilización popular, es una nueva expresión de la acción criminal del imperialismo y la derecha conservadora. A la gravedad de este ataque se nos suma la preocupación porque parte de la izquierda lo haya apoyado: no solamente el maoísmo ecuatoriano vinculado al coronel Lucio Gutiérrez, sino también parte del movimiento indígena Pachakutik; mientras que sectores del trotskismo latinoamericano como Izquierda Socialista o el PTS interpretaron que el intento de golpe no fue tal (¿qué habrían dicho si algunos de los balazos que dieron en la carrocería y los vidrios del auto del presidente Correa matando a uno de sus guardaespaldas lo hubiera asesinado a él?) y hasta en algún caso interpretaron la situación como una lucha justa de la policía amotinada contra el ajuste gubernamental (¿¿¡¡revival sojero!!??).
Independientemente de la valoración que tengamos sobre la figura del presidente Correa y de sus políticas, particularmente de los recientes planes de impulso de los agronegocios y de la gran minería que lo llevaron a enfrentarse con sectores sociales importantes como los pueblos indígenas organizados en la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, creemos que la condena al intento de golpe debe ser incondicional por parte de las fuerzas populares y de la izquierda.
Otro de los procesos populares más avanzados del continente es el del pueblo venezolano, conducido por Hugo Chávez. Esta vez, a nivel institucional, la derecha logró reacomodarse en unas elecciones legislativas que, a diferencia de lo que publicaron los medios monopólicos del continente (Clarín y La Nación en nuestro país), le dieron su enésimo triunfo electoral al PSUV chavista. Dicho esto, hay que decir que observadores insospechados de intereses pro-imperialistas, como Modesto Guerrero, interpretaron las dificultades del chavismo para lograr una mayoría absoluta en el poder legislativo (ese era el objetivo del PSUV) como una expresión de las limitaciones de la construcción chavista. Cuando Hugo Chávez no es candidato directo quedan a la vista del pueblo arribistas, boliburgueses o casos de corrupción que son castigados por el voto popular. Es que el proceso bolivariano, siendo una de las referencias obligadas para todos los militantes socialistas de nuestro continente, también presenta las contradicciones de todo recorrido popular. En Venezuela, en un contexto muy favorable, la apuesta es a la construcción de poder popular por el socialismo.
Las diferentes agrupaciones que conformamos La Juntada nos sentimos parte de este caleidoscopio de luchas que recorren nuestro continente. Con los matices y las diferencias de cada uno buscamos que toda esta energía de lucha pueda vivirse dentro de nuestra facultad.
9 razones para apostar al cambio
- Porque somos un Frente que construye desde hace más de dos años de forma conjunta, no nos unimos sólo para las elecciones
- Porque queremos construir otro modelo de Universidad y creemos que el cambio empieza por nuestras propias prácticas.
- Porque vemos la política gremial y la académica como partes de una misma disputa: Transformar nuestra Universidad.
- Porque apostamos a la democratización de todos los ámbitos: los órganos de cogobierno, el Centro de estudiantes y la producción de conocimiento.
- Porque queremos refundar nuestro centro de estudiantes: No queremos un CEFyL-Bandera ni un CEFyL de tal o cual agrupación. Queremos un CEFyL participativo, de todos los estudiantes, democrático y con una identidad y política propias, que excedan a la organización que lo conduce.
- Porque damos la disputa en las Juntas y en el Consejo con proyectos e iniciativas. Con una política que excede el declaracionismo.
- Porque consideramos que el cambio se construye dentro y fuera de la UBA, articulando con las organizaciones barriales, culturales, etc. del Campo Popular.
- Porque somos la Izquierda que para luchar contra el Gobierno no se abraza con Clarín, La Nazión, Lilita Carrió y la Sociedad Rural
- Porque somos LA ALTERNATIVA de IZQUIERDA e INDEPENDIENTE, peleamos todos los días colectivamente por una sociedad más justa.