noviembre 24, 2009

Reflexiones sobre la lucha y la reconstrucción del movimiento estudiantil

¿Por qué trabajar desde las bases para frenar a estos mafiosos?

El problema es ver bien en que momento estamos y qué es mejor empezar a cambiar en este momento. Así podemos plantearnos actos, acciones que podamos hacer y así ir creando potencia en el sujeto. Se va creando la propia estima del sujeto y el sujeto va viendo que se puede. Claro que se puede: ¡Podemos! Pero eso tenemos que hacerlo ver, para nosotros mismos y para los demás, con acciones concretas. Ir avanzando en estas acciones concretas hasta poder conformar sujetos fuertes, poderosos, con capacidad de dialogar entre nosotros, e ir creando redes fuertes, cada vez más amplias, de manera de ir recomponiendo el gran movimiento popular nacional”

Miguel Mazzeo, Bs As, 4 de marzo de 2007


El pasado 11 de noviembre, en condiciones de total irregularidad, se realizó la sesión extraordinaria del Consejo Directivo de nuestra Facultad para (re)elegir al actual Decano. Como ya fue señalado en anteriores comunicados, tanto de La Mella como de La Juntada - frente político del cual formamos parte - esta sesión es producto de un nuevo acuerdo entre la derecha radical que maneja el rectorado y los ex “progresistas” que manejan Filo, que en el Consejo Superior votaron a favor del adelantamiento de la Asamblea Universitaria, posibilitando así una maniobra con el único fin de lograr la reelección de Hallú 14 de diciembre, cerrando cualquier tipo de cuestionamiento y debate con respecto a esta instancia.

Es por esto que desde Colectivo de Izquierda-La Mella repudiamos ese adelantamiento y lo consideramos ilegítimo, porque tiende a cerrar debates que ni siquiera fueron dados por los distintos bloques del poder conservador y privatista de la UBA. El pacto de los decanos del 2006 cerró un largo proceso de lucha y dejó trunca la posibilidad de discutir el proyecto de la Universidad que queremos, dando lugar al mero juego prebendario de la rosca que no apunta a nada más que al mantenimiento del statu quo. La negativa a discutir la reforma del Estatuto Universitario (único elemento por el cual los “decanos progres” –Trinchero entre ellos- y un conjunto de fuerzas políticas embelezadas por los espejitos de colores que ofrecía la derecha radical, pudieron sostener públicamente el oscuro pacto firmado), la eliminación del artículo 71 del Estatuto que cercenó todos las obligaciones de la Universidad con el bienestar de los estudiantes, la escandalosa asunción de Hallú en un Congreso Nacional vallado y con represión policial a quienes nos manifestábamos en contra de que se elija un Rector sin antes reformar los estatutos, constituyeron un retroceso enorme para poder pensar un Proyecto de Universidad al servicio de los intereses populares y de la inclusión de los sectores más dinámicos de la sociedad y de la academia en el proceso de producción social del conocimiento.

Es por todo eso que no resulta llamativa, a esta altura, la patética campaña que intenta montar la gestión sobre los “métodos violentos” de los estudiantes que recurrimos al escrache y a la movilización cuando son ellos mismos los que violentan permanentemente la “institucionalidad” con sus prácticas corruptas y con el adelantamiento ilegitimo de la elección de decano y de la Asamblea Universitaria, desconociendo el derecho de miles de estudiantes a expresar su voluntad en los cogobiernos de la Universidad.

Fueron ellos quienes firmaron el acuerdo en el 2006, con el congreso vallado, mientras afuera los estudiantes éramos reprimidos por la policia. Los mismo que rápidamente "olvidaron" la reforma de los estatutos y que recurren permanentemente a actores externos para solucionar los problemas internos, violando así la Autonomía Universitaria.

Pero lo antidemocrático y antipopular de nuestra universidad no sólo está vinculado a cuántas sillas ocupa cada claustro en los órganos de co-gobierno, sino también reside en la Universidad que hoy produce y reproduce conocimiento y mano de obra para el mercado. Una Universidad que excluye a miles de estudiantes por no garantizar las condiciones mínimas para su existencia como comedores, apuntes, becas, alojamiento, guardería, boleto estudiantil; para inviertir millones de pesos en financiar a la corporación de editoriales privadas (CADRA) o en la construcción de edificios para posgrados pagos, entre otras cosas. Es también una Universidad que prioriza los convenios con las grandes multinacionales regalándoles el derecho a decidir sobre nuestra formación, apuntando a la profesionalización, al carrerismo individual y la eliminación de un horizonte colectivo de cambio social. En otras palabras, una Universidad incapaz de tener un objetivo social más amplio que el de reproducir sin cuestionamientos.

Para poder transformar todo esto creemos indispensable ser miles en las calles, debatiendo en los cursos y construyendo movimiento estudiantil, porque estas luchas no se ganan entre pocos ni rosqueando, sino construyendo desde abajo, apostando al poder popular. Cuando hablamos de Poder Popular, estamos hablamos de una construcción en la que todos y todas estemos involucrados, donde no existen intérpretes y representantes de los verdaderos intereses de los estudiantes, sino verdaderos estudiantes trabajando de conjunto por sus demandas y por la construcción de sus horizontes posibles.

Y para esta construcción, creemos que no se pueden saltear pasos: las acciones llevadas adelante por “los conscientes” no pueden suplantar al movimiento. Partimos de una ausencia de participación, basada en una crisis de legitimidad de la política como herramienta de transformación; esto se hace visible en la separación entre las organizaciones estudiantiles y los estudiantes no agrupados. En muchos casos estos prejuicios tienen un asidero real, ya que la política universitaria tiene una lógica de declamación y poca transformación de la vida cotidiana. Por eso creemos que el camino es bajarse de las definiciones esclarecidas y dogmáticas, para trabajar desde abajo construyendo estas definiciones colectivamente: esa es la única forma en que las reivindicaciones sean reales y propias. En este sentido fue que pensamos y llevamos adelante un plenario de cara a la elección de decano, pasando por cursos e intentando dialogar entre todos para construir un pliego de reivindicaciones propio. Tenemos la certeza de que vale el intento de andar este camino que sabemos largo, pero con la potencialidad de aquello que prefigura una nueva forma de organizarnos y reconstruir entre todos el movimiento estudiantil.

Esta apuesta incipiente que algunas organizaciones nos estamos dando, no entra en tensión con la lógica de la coyuntura y el conflicto inmediato. Teniendo como objetivo claro impedir la asamblea universitaria el 14 de diciembre, consideramos que es necesario organizar toda nuestra fuerza y nuestra bronca para lograr dicho objetivo. Pero esto no quita que debamos detenernos a pensar qué es lo que contribuye - y qué es lo que no -para conseguir lo que queremos. Entendemos asi que las acciones llevadas por algunos pocos que resultan indiferentes para la mayoría no contribuyen de ninguna manera a incluir a más compañeros y compañares a llevar adelante y ganar sus luchas y a participar en los conflicto que para esto surgan. Lejos de eso, lo que hacen es desvalorizar y ridiculizar las medidas de lucha y los reclamos, imprimiéndoles así una dinámica donde la conquista no parece ser lo importante, sino la lucha por la lucha misma.

En este sentido, desde Colectivo de Izquierda evaluamos que de cara a la elección del decano, era primordial lograr debates en el claustro estudiantil que construyan la legitimidad de nuestras reivindicaciones y que acumulen fuerza entre los estudiantes. Es por eso que miramos con preocupación la decisión de algunas agrupaciones de la Facultad que consistía simplemente en bloquear la elección del decano de forma desesperada, como paso previo a detener la asamblea universitaria, cuando por irresponsabilidad - o no sabemos por qué razón - no fue comunicado a los estudiantes con antelación el tratamiento en el Consejo Superior del adelantamiento de la Asamblea Universitaria por la única consejera superior estudiantil de izquierda. Creemos que así como se ha bloqueado la última sesión de Consejo Superior, podría haberse evitado también aquella y quizá de esta forma hubieramos estado en mejores condiciones para ganar el conflicto; en cambio ahora nos encontramos en una carrera contra reloj, donde el conflicto es sentido ajeno por gran parte de los estudiantes. Esto no significa abandonar la lucha, sino ser conscientes de donde partimos, para pensar que tácticas nos damos para avanzar en esta pelea.

Por todo esto, porque sabemos que las luchas no se ganan entre pocos, creemos que es necesario que todos y todas estemos comprometidos con el trabajo de democratizar la UBA. Y para esta tarea son necesarias las fuerzas del conjunto de los integrantes de la comunidad universitaria, porque todos los aportes resultan ahora imprescindibles. Trabajemos todos juntos para impedir un avance más en esta línea: no podemos permitir que una asamblea ilegítima en todos sus sentidos decida el destino de nuestra universidad. Si contamos con el compromiso de todos, tenemos la certeza de que la democratización será algo cada vez más real y posible.

noviembre 19, 2009

¿OTRA VEZ SOPA?

Hace apenas semanas el Consejo Superior de la UBA, con el voto favorable de Trinchero, decidió convocar a la Asamblea Universitaria para el 14 de diciembre. El único objetivo que tiene esta medida es reelegir a Hallú antes que algún poroto se salga del tarro. Para que dicha instancia pueda constituirse es necesario que se renueven autoridades, entre ellas los decanos de todas las facultades. Por eso existió de parte de todos los decanos, alineados a esta maniobra a nivel UBA, la voluntad de realizar cuanto antes sus respectivas sucesiones. Desde La Juntada planteamos convertir la sesión extraordinaria para la reelección de Trinchero en un hecho político; en el cual la voz de miles de estudiantes se hiciera presente mediante un pliego de reivindicaciones propio del claustro, discutido tanto en los cursos como en el plenario abierto; y además donde se hiciera de manifiesto el repudio al adelantamiento de la Asamblea Universitaria mediante la movilización tanto al Consejo Directivo.

No nos oponemos a dicho adelantamiento por folklore, sino porque consideramos que desde el 2006 a esta parte existen demasiadas deudas pendientes, entre ellas el incumplimiento de la promesa de reforma de los estatutos (acuerdo por el cual los  “4 decanos progres” aceptaron la candidatura de Hallú y la forma nefasta de su asunción). No está de más está aclarar que lo único que se reformo de los estatutos fue totalmente regresivo, se eliminó el artículo 71 el cual garantizaba en el papel el compromiso de la UBA en procurar alojamiento, comida y atención médica a los estudiantes. Lo que demuestra, en lo particular, la tendencia general que impulsan a nivel general los sectores privatistas: seguir avanzando sobre los aspectos más progresivos que todavía conserva la Universidad Pública. A ello se suma que es ilegítimo la realización de un hecho político importantísimo, como es la elección de rector de nuestra universidad, en un período en el que no hay clases, lo cual deja ver aún más la nula vocación de discusión colectiva de proyectos de universidad que tienen los sectores que hoy nos gobiernan.

Y es que desde nuestra óptica (y como lo venimos diciendo hace rato por los cursos) la elección del decano en particular y la del rector de forma más general implican no solamente distintos nombres y sectores disputándose el gobierno de la facultad o de toda la UBA, sino que debajo de eso, y lo que deberíamos poner en discusión en circunstancias como ésta además de hacerlo todo el año, se encuentra una disputa por el modelo de universidad que queremos. Entonces la lupa debe estar puesta en el debate sobre cuál es la situación que atraviesa la UBA hoy (o en el caso de la elección de decano, la situación de la facultad), cuál es la situación de cursada de miles de estudiantes, que sucede con la producción de conocimiento, qué se produce, para quién... para discutir con más herramientas cuál es el proyecto de universidad que queremos y necesitamos.

Creemos que este adelantamiento podría haberse evitado si hubiese un vínculo real entre el único Consejero Superior que tiene la izquierda y el conjunto del movimiento estudiantil. De esta forma podríamos haber anticipado la maniobra movilizándonos al Consejo Superior para impedirlo, así nos encontraríamos en una situación más favorable. Pero ya frente al hecho consumado nos toca salir a las apuradas a construir el proceso entre todos (con la dificultad para encontrarnos y debatir en esta etapa del año) un proceso con un objetivo inmediato claro: frenar el adelantamiento de la Asamblea Universitaria, pero con muchos objetivos a largo plazo que no se agotan nunca: qué rol que queremos jugar los estudiantes en la construcción de una Universidad distinta; esto implica, por un lado, pensar desde lo más cotidiano ¿Por qué la UBA no tiene comedores estudiantiles? hasta lo más abstracto ¿Queremos seguir reproduciendo una concepción de educación bancaria y profesionalista, presa de su articulación con proyecto político de exclusión de los anhelos de las grandes mayorías? Es necesario que de la mano de estás preguntas empecemos a construir los caminos para alcanzar nuestros horizontes.

Pensando en ese sentido decidimos empezar a transformar la idea de “representación”, con una iniciativa que fue ir a los cursos a debatir sobre la elección de decano y el rol que queremos cumplir los estudiantes en ese hecho. Este proceso culminó con la convocatoria a un plenario abierto a todos los estudiantes de la facultad para discutir estos ejes entre todos, poder conformar un pliego de reivindicaciones propio de los estudiantes y definir puntualmente qué hacer con la elección de decano. Vale destacar que nuestra convocatoria al debate con los consejeros directivos fue un hecho inédito en la vida política de nuestra facultad (y de muchas otras también!) porque pese a las muchas declaraciones rimbombantes, en la práctica lo que sucede es que los estudiantes de Filo estamos más acostumbrados a que nos convoquen a movilizar, a luchar, luchar y luchar; una invitación a un luchismo constante sin una reflexión política colectiva.

Como diría Freire “quien reflexiona sobre su lucha, lucha mejor”, por nuestra parte intentamos cotidianamente llevar esto a los hechos, siendo conscientes que nos queda mucho por reflexionar y también por conquistar mediante la lucha y la organización. Nuestra certeza es que para ello necesitamos transformar desde abajo todo una concepción de la política. Es por eso que queremos cortar con los vicios de los discursos grandilocuentes con poca incidencia en la trasformación de la realidad: pretendemos construir verdaderos procesos políticos con legitimidad entre los estudiantes con el objetivo de poder acumular fuerza para la reconstrucción y organización de un movimiento estudiantil, crítico, participativo, comprometido con sus propias demandas y con real capacidad de incidencia en la transformación de la sociedad en la que vivimos.
 

Desde La Juntada entendemos a la Asamblea Universitaria del 14 de diciembre como ilegítima por querer ser hecha a espaldas de la comunidad académica en su conjunto para así evitar el debate y la movilización en pos de transformar nuestra universidad.

Charla con Rodríguez Ostria, historiador Boliviano